miércoles, 1 de septiembre de 2010

Una señal

Temiendo algún giro inesperado voy recorriendo ese circulo angosto donde lo pequeño se hace grande. Camino por la avenida ancha que me lleva hasta el centro de la ciudad, la gente camina sin saber su destino, la lluvia cae sin cesar sobre el asfalto y el cielo gris muestra un poco el animo de la gente. La sonrisa que brilla en el espejo de un baño publico, donde te indignas al ver el estado del mismo y decides buscar rápidamente la salida para no seguir soportando el aroma asqueroso que enferma tu sentido olfativo. Mendigos, cartoneros, chicos y chicas de la calle; panorama algo usual en mis ojos que intentan mentirse a si mismos.
La disqueria de la esquina parece ser el centro turístico para mas de miles de personas, busco mi CD favorito y trato de no volverme loco al ver semejante reacción por parte de un vendedor, que no hacia mas que pegarle gritos al aire.
Vivo en una ciudad floreada, malgastada con el correr del tiempo y que vibra positivismo por todos los poros; alrededor de mi fisionomía intento parecer mas a un ciudadano que a un mendigo, pero al vivir soy mas un mendigo que un ciudadano.
Conquisto la marea que choca en mi, vientos fuertes con probabilidad alta de tormentas, la sensibilidad es grave y la resignación crece al no poder controlar mis instintos.
Quiero saber quien se apodera de mi, quien controla mis acciones, mis reacciones, mi forma de pensar ¿seré yo? a veces creo que NO. La cruda lucha entre yo y mi otro yo.
¿soy feliz? MIENTRAS VIVA!

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