¿Cuantas veces peleamos por revertir una situación? ¿Cuantas veces esperamos del otro aquello que sabemos que nunca va a llegar? ¿cuantas veces vivimos pendientes o insatisfechos de lo que no tenemos o logramos? ¿cuantas veces la vida pasa mientras perdemos el tiempo enojados por culpa de lo que nos gustaría que fuese distinto?
No se trata de perder las esperanzas. Ni mucho menos de resignarse. Solo se trata de ACEPTAR, de darnos cuenta de que no tenemos el control, que no podemos vivir tratando de modificar lo que ya esta formado. Aceptar nos referimos a entender que las cosas son asi, al menos en ese momento que estas viviendo. Tampoco significa que se trate de cambiar de planes, aunque todo fluya cuando dejamos de persistir. Tampoco se trata de entregarse a los planes de la otra persona. Podemos definir a aquella experiencia de SER, PENSAR o SENTIR como creamos conveniente en ese instante. Como también definirlo como un compromiso. Aceptar es hacernos cargo de nuestras ideas y de toda elección tanto nuestra como del resto, mas allá del desconcierto que esta puede llegar a provocar en nosotros. Aceptar es adaptarse al momento que pasa AQUÍ y AHORA.
Pensemos que cuando aceptamos estamos dejando de ser una grieta en el camino para aquel que propone sus ideas. Si el dia presenta lluvia habrá que salir a caminar bajo la lluvia.
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